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Una navidad para todos

Hace unos días leyendo el periódico me encontraba con una noticia que, aunque es sabido por todos o casi todos, a veces lo obviamos por la siempre razón de que a nosotros no nos toca. Entre otras líneas leía esto:

«No nos falta vida, os lo aseguro. No nos faltan ganas, alegría, risas ni esperanzas. En este universo nuestro no nos falta nada. Si acaso nos duele lo que nos sobra: soledad».

Soledad y Navidad, dos palabras que suelen ir de la mano para todos aquellos mayores que hemos dejado descuidados en una parte de nuestro cerebro o peor aún, de nuestro corazón.

Juan José es el director de una residencia de mayores en Campolongo, él comenta que ya es usual que sus chico/as no reciban ni llamadas, ni visitas de sus familiares ni amigos y que ni siquiera en Navidad marchen con sus familias a celebrarlo. Como consecuencia la tristeza que alberga en la residencia es más que evidente.

Para intentar dar un poco de alegría hizo una propuesta popular. Propuso que se les envíen cartas de Navidad para que no se sientan solos asegurando que sus chicos y chicas, como él los llama, intentarán devolver esa gratitud por escrito.

No es tan complicado, ¿verdad?. Escribir una carta y enviarla a una persona que se siente olvidada, sola y melancólica. Lo peor de todo es que indagando en este tema no es el único que me he encontrado con esta situación y estoy segura que si sigo buscando información comprobaré que no es la única residencia ni hogar, en el que tienen ese sentimiento tan desolador.

Vivimos en un mundo en el que el trabajo, las prisas, el llegar a todo etc. a veces nos hace perder la perspectiva de todo lo que nos rodea. ¿Habéis pensado alguna vez que todos llegaremos a ese punto, de ser tan mayor que algún día podamos sentirnos solos? Supongo que sí y también supongo que, aunque en un momento determinado nos dé por parar y respirar, es simplemente un momento, luego seguimos con nuestro estrés diario.

Hemos pasado hasta por una pandemia, ¡Madre mía! Ni siquiera pesábamos que veríamos el final de aquello que de repente nos paró la vida. Qué contradictorio, aquello nos paró y ahora no podemos parar. Bueno pues hasta en ese incluso momento, las personas mayores fueron un ejemplo a seguir, consiguieron superar esa adversidad.

No nos olvidemos de ellos, ni ahora ni nunca. Son fuente de inspiración de sabiduría, han vivido tanto que asusta cuando te cuentan mil quinientas veces que cuando ellos eran pequeños no existían ni los móviles.  Todos llegaremos a esa edad y todos querremos que se nos escuche y que no se nos deje en el olvido. Todos absolutamente todos formamos parte de esta sociedad que, aunque a veces tengamos la sensación de que va a dos mil por hora es necesario parar, respirar, mirar alrededor y cuidar.

Ana García Ruano.

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