La estimulación cognitiva es un conjunto de actividades destinadas a mejorar y/o mantener las capacidades mentales de una persona a lo largo del tiempo. Se basa en los principios de la plasticidad cerebral, según los cuales la realización de ejercicios mentales modifica y crea nuevas conexiones en el cerebro.
Por ejemplo, en el caso de las demencias, la estimulación cognitiva es una intervención terapéutica complementaria al tratamiento farmacológico. Este trabajo ayuda a retardar la progresión del deterioro que presentan estas personas y a evitar la desconexión del entorno, fortalecer las relaciones sociales y potenciar la autoestima.
Para comenzar, las sesiones de estimulación tienen una duración aproximada de 60 minutos y se pueden hacer cada día de la semana. Solemos comenzar con tareas de orientación, seguidas de ejercicios con diferente grado de dificultad y que trabajan diferentes funciones cognitivas (memoria, expresión verbal, percepción visual, razonamiento). En una misma sesión se pueden combinar los ejercicios con juegos de mesa (p.ej., dominó, cartas, parchís).
Además, debemos tener en cuenta que lo más importante es, que en la aplicación de estos ejercicios o de cualquiera otro material, los principios básicos de intervención son tres: paciencia, comprensión y flexibilidad. Cómo en cualquier tipo de entrenamiento, todo depende de la constancia y de la voluntad que le ponemos. También se aconseja que la actividad se realice en compañía, pues algunos ejercicios necesitan la colaboración de otra persona para su ejecución.
Algunos ejemplos de ejercicios según la función cognitiva:
1. Orientación
2. Memoria
3. Velocidad de procesamiento
4. Memoria
