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Prevenir la deshidratación en ancianos

Las personas mayores tienen menos desarrollada la capacidad de tener sed. Al carecer de esta alerta, su organismo no regula la necesidad de la ingesta de agua, por lo que existe un mayor riesgo de deshidratación, de ahí la importancia de prevenir la deshidratación de los ancianos.

Las consecuencias de una deshidratación en una persona mayor son mucho más graves, ya que tienen predisposición a una mayor fragilidad y descompensación de sus enfermedades, incluso pudiendo provocar la mortalidad. Por ello, es muy importante controlar una correcta ingesta de agua en las personas mayores en las épocas de mucho más calor.

¿Como reconocer la deshidratación en una persona mayor?

El principal síntoma de deshidratación es la sensación de sed, lo que se percibe cuando ya está deshidratado. Esto refleja una ingesta menor de liquido que la perdida fisiológica de agua en el cuerpo. Un anciano deshidratado presenta sequedad en la boca y sed, porque no produce suficiente saliva. Se agrietan los labios y se aparecen problemas para hablar, tragar y masticar.

La reducción de orina y el color puede delatarnos también una falta de hidratación. Si se produce menos orina y el color es más oscuro de lo habitual, es debido a que el riñón esta trabajando en sobre esfuerzo por tener déficit de agua. 

Otro de los síntomas son la fatiga y el cansancio. Una falta de hidratación puede provocar una bajada de tensión, que a su vez ocasiona este síntoma.  En algunos casos puede incluso ocasionar episodios de confusión.

La falta de hidratación también se refleja en la piel, perdiendo elasticidad, se seca y se agrieta.

Otros síntomas que puede originar son calambres musculares, dolor de cabeza y estreñimiento.

¿Cómo evitamos la deshidratación en verano?

Para mantener un nivel de hidratación optimo, se recomienda la ingesta de 2 litros diarios de agua. Sin embargo, en los momentos de mucho calor se recomienda incrementar dicha ingesta un 50%.

En las personas mayores, hay que introducir los líquidos de forma gradual y se recomienda que este aporte de líquidos se realice antes de las 20:00h, para evitar idas nocturnas al baño, y así evitar posibles caídas.

La procedencia de estos líquidos, principalmente procede de la ingesta de agua y líquidos y aproximadamente un 25% se obtiene de la alimentación.

Es aconsejable, además de beber mucha agua, mantener una dieta equilibrada, rica en frutas y verduras. En verano tenemos frutas muy saludables y con un gran aporte de agua, como la sandía o el melón, además de poder consumir platos típicos veraniegos como el gazpacho o sopas de verduras frías. Otra forma variada de hidratación es a través de zumos de frutas y verduras, o infusiones frías.

Hay que evitar el consumo de bebidas alcohólicas y productos con alto contenido en grasas y sal.

Es importante que las personas que están alrededor de los ancianos, que les presten atención, ya que si son muy mayores ellos mismos no serán muy conscientes y no aumentaran el consumo de líquidos. Por ello hay que animarlos a beber, aunque no tengan sed. Las horas de la medicación es un buen momento para que beban una mayor cantidad de líquido.

Se debe tomar la precaución de ofrecer más líquidos en las horas del día de más calor, y evitar esas horas para realizar paseos y salidas.

Prevenir la deshidratación en nuestros ancianos es la medida más recomendable para evitar las consecuencias de una ingesta insuficiente de líquidos en verano.

 

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